Me incorporo en un santiamén y hago ver que no ha pasado nada. Se ha levantado aire. Subo las solapas de la gabardina y noto que voy algo coja. Me escuece la herida. Empiezan a caer las primeras gotas y acelero el paso. No quiero mojarme. Unos niños se cruzan conmigo y noto cómo sus miradas se dirigen a mis rodillas. Llevo sangre. Ostias, llevo sangre, y creo que me estoy mareando. Suena el móvil y es María, advirtiéndome que llego diez minutos tarde. Cuelgo y hago ademán de correr, dando pequeños saltitos. Tengo la boca seca y no sé correr. Parezco tonta. Llego al trabajo mojada, sudada, sedienta, aturdida y ensangrentada.
-Por dios, Aurora, ve al lavabo y adecéntate un poco... no sé que te ocurre pero debes cambiar esta actitud... -me dice la jefa-
Me echo alcohol en las rodillas, y estoy tentada de de darle un trago al frasquito de plástico....
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Por la noche la encontraron, tendida en el suelo, desangrada por las rodillas y con una nota en la mano que decía: "me guiñó un ojo"
7 comentarios:
¿No estaba acostumbrada?
Pues no lo entiendo (a mi me gusta)
Seguro que tiene que ver con el juego de cartas "polis y cacos", que cuando te guiñaban el ojo te mataban.
:)
Pobreta.
Todo para terminar como terminaría. ¿Verdad?. Hay hemorragias que nunca paran... son eternas como la muerte.
Un beso.
¡Cada día me gusta más leerte! Eres directo, no me pierdo entre las palabras, llegan todas a mi sin ataduras, para que las lea y tome, y cree con ellas un mundo...hecho a la medida de los sueños!
Achuchón enorme...
Imagínate que aperezco en la tele con una franja negra en los ojos-testimonio real- pondría el subtítulo:
A mí me pasó algo parecido, sólo que me caí en mitad de un paso de peatones y todavía no he muerto, aunque desde entonces sufro de anemia.
Un abrazo, querido
Gracias , muchas gracias, por las flores. Eres un encanto.
Te abrazo.
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