(dedicado a Jon)
Siempre fui tenedoro, aunque nací en el pueblo de los cucharos.
Mis padres vivieron para recoger su destino a cucharadas. Mis hermanas las cucharillas dijeron que sí al tiempo de los sueños sorbitos, a ver si llenaban de una vez sus barrigas de ilusiones cóncavas.
Pero yo soñaba con clavarme a un bulto, aferrarme como un aguijonazo a la piel y a la carne. Ser un mini emperador tridente.
Una noche, mi padre me descubrió ojeando una revista de tenedoras enseñando las púas al viento, en posiciones claramente afiladas.Mi madre no dejó de llorar, pensando para qué me serviría mi vientre tan lisito y redondeado si no tenía interés por los cazos y las cucharas soperas.
Decidí huir. Al pueblo de los cuchíllaros. Y es que siempre tuve tendencia a otras cuberterías.