En todas las carreteras, como en la vida, hay desvíos que no te llevan a ninguna parte. Te introduces en ellos esperando encontrar la próxima señal que te conduzca hasta algún lugar habitado y te encuentras perdido en medio de ningún lado.
Oyes el viento, el calor y los insectos. Y continúas adentrándote con la esperanza de saber que todos los caminos desembocan en un punto.
Atraviesas curvas, maleza, pequeños montículos, hasta que topas con una valla y por fin una señal: “Prohibido vehículos. Coto privado de caza”. Das media vuelta consolándote en lo bonito que ha sido el paisaje; hasta que encuentres el próximo desvío.