Acabo tal y como empecé.
Dándome cuenta de lo que no quiero llevar en la mochila y empezar de nuevo a caminar.
38 grados lleva más de un año de vida, más de 30.000 visitas, y ahora me pesa en la mochila. Para algunos quizá no os lo parezca, pero se ha convertido en lo que nunca quise: un blog cansado de ser un blog.
Y como no pretendo enmascarar una realidad por más liftings y cambios de imagen que me haga, he decidido decir adiós por un buen tiempo; o probablemente para siempre.
Hoy me acabo justo en el tiempo que aparece en mi vida una nueva ilusión.
Gracias a los que estáis y a los que estuvisteis, de todo corazón.
Mi email permanecerá abierto para todos vosotros, os seguiré leyendo, y continuaré poniendo algún que otro grado en sopa de gansos http://sopasdegansos.blogspot.com/
Porque la escritura, al contrario de un blog, flota en el corazón y nunca perece.
Os dejo con una canción escrita por Fernando Cabrera, "el tiempo está después". Por más veces que la oiga, no deja nunca de emocionarme.
"Un día nos encontraremos
en otro carnaval.
Tendremos suerte si aprendemos
que no hay ningún rincón,
que no hay ningún atracadero
que pueda disolver
en su escondite lo que fuimos,
el tiempo está después"
viernes, 24 de octubre de 2008
sábado, 11 de octubre de 2008
cuando menos me lo espero
Hoy me siento guapo y con ojos azules,
como Paul Newman
en su adolescencia
Hoy, si cayera de un octavo piso
no me haría daño,
porque caería en un punto impreciso de mi persona.
Será que ayer tus ojos se ofrecieron para mirarme
y yo acepté gustoso a guardarlos en un cajón.
Hoy enséñame tus dientes,
para que te los pinte a lunares mientras me ríes.
Un sorbo de cerveza mientras me cuentas
que en el mundo solo caben cien personas
y yo digo que ciento uno.
Hoy es tan poco lo que me desvío
que no me olvido de quien creo que soy.
domingo, 5 de octubre de 2008
el camino en la sábana
Son tus orillas las que me mojan antes de despertarme.
Me gusta sentir ese aroma de almohada cálida, a lo que va a ser de tí y que todavía reposa en este rincón de la cama. Qué sitio mejor para encontrarte, para besar levemente tus pezones y jugar con esas pestañas negras en fila india.
Nada más mágico que introducir mi anular entre tus dedos inertes, en esa quietud que se derrama por tus uñas, y me hace entender que no hay otro lenguaje más válido que el que se desprende de este ahora .
Me entrometo en ese espacio milimétrico entre tu piel y las sábanas, respiro ese aire viciado de tí, hasta llegar a la duna extensa de tu cadera.
Soy feliz descendiendo a tu lado, hasta que el despertador se burle de mí con sus siete puñaladas.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)